Caos en el Congreso: La Incapacidad de Luis Redondo y el Colapso del Presupuesto 2025

El liderazgo de Luis Redondo es cuestionado mientras el país enfrenta una crisis sin presupuesto, con hospitales al borde del colapso y un Congreso paralizado por disputas internas

Tegucigalpa, Francisco Morazan .-. El Congreso Nacional de Honduras sigue sumido en el caos a medida que se acerca el inicio de 2025, con el país aún sin un presupuesto aprobado para su funcionamiento. La discusión sobre el presupuesto general de la República ha quedado atrapada en una batalla política que podría tener consecuencias dramáticas para el gobierno de la presidenta Xiomara Castro. Este año, como ocurrió el año pasado, el país recibirá el nuevo ciclo sin los recursos necesarios para la administración del gobierno, dejando a hospitales al borde del colapso por la falta de insumos básicos para atender a los enfermos.

El punto de quiebre que ha paralizado las negociaciones ha sido la controversia en torno al aumento de 500 millones de lempiras destinados a la Secretaría de Planificación Estratégica, bajo la dirección de Ricardo Salgado, uno de los funcionarios más polémicos y radicales del actual gobierno. Según fuentes internas del Congreso, las bancadas opositoras se opusieron rotundamente a este incremento, considerando que se trataba de una asignación desmesurada e injustificable en un contexto de escasez de recursos en áreas críticas como salud, educación y el Consejo Nacional Electoral (CNE).

El gobierno se ha visto acorralado por una oposición implacable que se niega a aprobar el presupuesto bajo estas condiciones. La situación se ha tornado insostenible, pues mientras se buscan acuerdos, las necesidades urgentes del país quedan relegadas. El presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo, quien parece haber perdido el control de la situación, intentó en vano convocar una sesión el pasado 23 de diciembre, solo para ver cómo la misma era cancelada debido a la falta de consenso entre los diputados, tanto oficialistas como opositores.

El hecho de que el Congreso esté sin presupuesto desde el inicio del nuevo año ha puesto de manifiesto la falta de liderazgo y la incapacidad de Redondo para gestionar el proceso legislativo de manera eficaz. Sus promesas de alcanzar acuerdos se han desvanecido en un mar de acusaciones y amenazas, mientras el país se hunde aún más en la crisis económica y social. Su falta de habilidad para negociar y su enfoque en la perpetuación de su figura política parecen estar opacando los intereses del pueblo hondureño, que enfrenta graves carencias en servicios básicos.

Las bancadas opositoras no han dudado en señalar el estilo autoritario de Luis Redondo, acusándolo de imponer decisiones arbitrarias sin espacio para el debate serio. La diputada nacionalista María Antonieta Mejía expresó su malestar, denunciando que los 358 artículos del proyecto de presupuesto merecen un análisis detallado, pero el presidente del Congreso, lejos de promover una discusión profunda, se empeña en imponer su voluntad sin respetar las preocupaciones legítimas de la ciudadanía y los legisladores.

La falta de asignación de recursos al CNE, las cuantiosas sumas destinadas a la Secretaría de Planificación Estratégica y los montos mínimos para áreas tan esenciales como la salud y la educación, son algunos de los puntos críticos que han provocado el estancamiento del proceso. En este contexto, Luis Redondo parece estar atrapado en un juego de poder que no favorece a la población, sino que atiende a sus intereses personales y partidarios, mientras la crisis se profundiza.

Redondo, incapaz de controlar el desorden legislativo, ha recurrido a amenazas para presionar a sus compañeros de Congreso, advirtiendo que la falta de aprobación del presupuesto es una violación de la Ley Orgánica del Poder Legislativo, con consecuencias legales graves. Sin embargo, sus amenazas no han logrado disipar la creciente desconfianza hacia su liderazgo, lo que ha incrementado la percepción de que el Congreso se encuentra en un estado de parálisis institucional bajo su gestión.

El presidente del Congreso Nacional, al parecer, está más centrado en sus propios intereses y en asegurar su permanencia en el cargo que en resolver los problemas urgentes del país. La falta de resultados concretos y la incapacidad para establecer consensos en un momento tan crítico para Honduras revelan la fragilidad de su liderazgo y la polarización extrema que marca su mandato.

Mientras tanto, los hondureños esperan una resolución que nunca llega, mientras su futuro económico, social y político se juega en los pasillos de un Congreso Nacional que no logra ponerse de acuerdo ni siquiera para aprobar lo más básico: el presupuesto que debe permitirle al país seguir funcionando.

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