Humo negro en el Vaticano: aún no hay Papa tras primera votación del cónclave
Los 133 cardenales no lograron consenso en la primera ronda para elegir al sucesor de Francisco, en un cónclave marcado por divisiones internas y altos desafíos para la Iglesia Católica.

El Vaticano.- El esperado humo negro que emergió este miércoles por la noche de la chimenea de la Capilla Sixtina marcó el primer desenlace del cónclave: no hay Papa aún. Los 133 cardenales electores reunidos en el Vaticano no alcanzaron un acuerdo en la primera ronda de votación para elegir al sucesor del papa Francisco, fallecido hace poco más de dos semanas.
La señal, observada por unas 30.000 personas congregadas en la Plaza de San Pedro, confirmó que ninguno de los candidatos propuestos logró la mayoría de dos tercios requerida. Como es tradición, los cardenales permanecerán en estricto aislamiento —sin teléfonos, acceso a internet ni contacto con el exterior— hasta lograr el consenso necesario.
Este es el primer cónclave en más de una década y reúne al mayor número de cardenales votantes en la historia de la Iglesia. Muchos de ellos fueron nombrados por el mismo Francisco, y varios apenas se conocen entre sí, lo que suma un grado adicional de complejidad a un proceso ya de por sí reservado y deliberado.
La elección se produce en un momento de transición profunda para la Iglesia católica, con desafíos como las divisiones internas entre sectores progresistas y conservadores, tensiones financieras, y las secuelas de los escándalos por abusos sexuales. Estas circunstancias hacen que el futuro pontífice herede una institución que necesita redefinir su rumbo sin perder su esencia.
El día comenzó con una misa solemne y prosiguió con la entrada ceremonial de los cardenales a la Capilla Sixtina, donde se sentaron bajo los frescos de Miguel Ángel para iniciar las deliberaciones. Mañana jueves, el cónclave se reanudará con nuevas rondas de votación.
Hasta que aparezca el humo blanco que anunciará la elección del Papa número 267, el mundo católico permanece en vigilia, esperando la señal que marcará una nueva etapa en la historia de la Iglesia.