Zelaya convoca movilizaciones mientras el país enfrenta desafíos urgentes
Expresidente llama a tres días de protestas por aniversario del golpe de Estado, priorizando intereses políticos sobre la estabilidad nacional.

Tegucigalpa, Honduras- Manuel Zelaya Rosales, exmandatario hondureño y actual asesor presidencial, convocó a tres días de movilizaciones en todo el país del 26 al 28 de junio, con motivo del aniversario número 16 de su salida del poder en 2009, en medio de crecientes cuestionamientos por priorizar agendas partidarias en momentos de múltiples crisis nacionales.
Zelaya, esposo de la presidenta Xiomara Castro y figura central del oficialismo, hizo el anuncio a través de redes sociales, llamando a movilizaciones masivas en nombre de la «resistencia popular», en rechazo a un supuesto fraude electoral que, según él, podría gestarse en las elecciones generales del próximo 30 de noviembre.
En lugar de enfocarse en los desafíos que enfrenta el país —como la inseguridad, el desempleo, el sistema de salud colapsado y la migración forzada— Zelaya apuesta nuevamente por agitar las calles con una retórica que evoca el pasado y alimenta la polarización.
El exgobernante fue removido de su cargo el 28 de junio de 2009, tras insistir en una consulta popular considerada ilegal por los demás poderes del Estado en ese momento. A pesar de los años transcurridos, insiste en calificar el hecho como un “golpe brutal y sangriento”, culpando a lo que denomina “bipartidismo oligárquico”.
Zelaya afirma que las movilizaciones cuentan con el respaldo de Rixi Moncada, candidata presidencial del partido Libre, a quien presentó como heredera de su proyecto político. Este anuncio ha sido visto por analistas como un intento de reforzar la candidatura oficialista utilizando la movilización popular como herramienta electoral.
La convocatoria, a cargo de los líderes territoriales del partido Libre, se da en un contexto donde la población exige respuestas concretas a problemas cotidianos y soluciones de fondo, no más discursos políticos cargados de confrontación.
“¡La memoria no se entierra! ¡La dignidad se defiende en las calles!”, concluyó Zelaya, sin mencionar cómo estas acciones podrían afectar la estabilidad, el comercio o la seguridad de los ciudadanos que no comparten su visión política ni su interpretación de los hechos históricos.