Tensión en la Iglesia Aposento Alto: miembros de la congregación rechazan desalojo por parte de autoridades
El conflicto, originado por la imposición de un nuevo pastor, culmina en un desalojo ejecutado por la Asamblea de Dios, dejando a la comunidad religiosa dividida y en protesta.

Tegucigalpa, Honduras.- Este martes, la Iglesia Aposento Alto en la colonia El Pedregal vivió momentos de gran tensión, cuando agentes policiales formaron una muralla en la entrada del templo, mientras los miembros de la congregación se rehusaban a abandonar las instalaciones. Los miembros de la congregación, visiblemente molestos, denunciaron lo que consideraron un atropello y se mostraron indignados por la presencia armada de las autoridades. «No es necesario que la autoridad venga armada, no somos delincuentes», señalaron algunos.
El desalojo se dio en el marco de un conflicto interno que ha polarizado a la comunidad religiosa desde hace más de dos años. Miembros de la Asamblea de Dios, apoyados por autoridades locales, se presentaron en el templo para ejecutar la orden de desalojo. Los miembros de la congregación del Aposento Alto se opusieron enérgicamente, argumentando que la Asamblea de Dios intenta imponerles un pastor sin su consentimiento. «Ellos quieren imponernos un pastor y nosotros ya tenemos, no queremos ningún trato con las Asambleas de Dios, es una organización que se dedica a quitarle los bienes a las congregaciones», expresaron algunos de los fieles.
La protesta se intensificó cuando, entre gritos y lempiras lanzadas al representante legal de la Asamblea de Dios, los miembros de la congregación defendieron lo que consideraban su derecho sobre un templo que, según afirman, les costó construir a través de décadas de sacrificio y actividades comunitarias. «Lo que nos está pasando a nosotros les pasará a ustedes, pongan las barbas en remojo», advirtieron a otras iglesias que pertenecen a la misma organización.
El conflicto en la iglesia se intensificó tras la muerte del pastor Luis Alberto Calix, quien estaba al frente de la congregación y cuya partida exacerbó las tensiones entre la administración local de la iglesia y la jerarquía de la Asamblea de Dios. La falta de acuerdos sobre la sucesión pastoral y la creciente desconfianza sobre el manejo de recursos de la iglesia llevaron a un punto de quiebre.
A pesar de los esfuerzos por mantener la paz, el templo quedó bajo resguardo institucional, a la espera de una posible reorganización. Los miembros de la congregación, desolados por el cierre temporal del lugar que por décadas fue su refugio espiritual, ahora enfrentan el desafío de mantener unida su comunidad de fe fuera de su espacio habitual.
El desalojo, aunque ejecutado por la autoridad legal, dejó una herida abierta en la comunidad religiosa local, y los fieles continúan luchando por lo que consideran su derecho a decidir sobre su propia iglesia.