Desde las sombras de una cárcel, el Tren de Aragua consolidó su red criminal internacional
El Tren de Aragua, uno de los grupos criminales más peligrosos de América Latina, comenzó su expansión desde las rejas de la cárcel de Tocorón, en el estado de Aragua, Venezuela. Bajo el liderazgo de Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias Niño Guerrero, esta megabanda se ha consolidado como una de las estructuras delictivas más poderosas de la región. Desde esa prisión, Guerrero orquestó su imperio criminal, ganándose el título de «pran», término utilizado en Venezuela para describir a los líderes de las bandas dentro de las cárceles.
Guerrero ingresó a la cárcel de Tocorón en 2010, tras ser arrestado por tráfico de drogas, homicidio y robo. En ese momento, su futuro parecía incierto, pero rápidamente encontró una forma de ejercer poder dentro de las paredes de la prisión, desarrollando una red que, con el tiempo, abarcó diversas actividades delictivas en Venezuela. En 2012, logró escapar y, durante su fuga, intensificó las operaciones del Tren de Aragua, extendiendo sus tentáculos por todo el país.
Su recaptura en 2013 no hizo más que fortalecer su organización. De vuelta en Tocorón, Guerrero continuó consolidando su influencia, expandiendo sus operaciones y controlando hasta ocho cárceles en Venezuela. En 2018, fue condenado a 17 años de prisión por homicidio, tráfico de drogas, y otros delitos graves, pero esto no detuvo su poderío. Al contrario, su control sobre el Tren de Aragua se consolidó aún más, y la banda continuó expandiendo sus actividades delictivas tanto dentro como fuera de las cárceles.
A lo largo de los años, el Tren de Aragua diversificó su fuente de ingresos, sumando más de 20 delitos a su portafolio. Extorsión, secuestros, robos, tráfico de personas y migrantes, minería ilegal de oro, narcotráfico, sicariato, lavado de dinero y venta de armas, son solo algunas de las actividades que la banda controla actualmente. Este crecimiento ha llevado al Tren de Aragua a convertirse en una de las organizaciones criminales más peligrosas de América Latina, con presencia en múltiples países de la región.
El poder del Tren de Aragua no solo se limita a Venezuela, sino que ha logrado extender sus redes internacionales, involucrándose en actividades ilícitas que afectan a varios países de América Latina. La banda continúa siendo una amenaza seria para la seguridad en la región, y el gobierno de Venezuela, aunque ha sido señalado por su tolerancia hacia la organización, parece incapaz de frenar el avance de esta megabanda que surgió desde las sombras de una cárcel.
