Honduras ante la amenaza de deportaciones masivas: Gobierno se muestra indiferente y sin respuestas claras
Las promesas de Trump se hacen realidad y el gobierno hondureño minimiza los riesgos, dejando a miles de migrantes en la cuerda floja

Tegucigalpa, Francisco Morazán .-. Con el inicio de su segundo mandato, Donald Trump volvió a dejar claro que su política migratoria será aún más implacable. La declaración de emergencia nacional en la frontera sur de Estados Unidos y el retorno de la controvertida política «Permanece en México» anunciaron el regreso de las deportaciones masivas que podrían dejar a miles de hondureños varados en una situación insostenible. Pero, mientras Trump refuerza su campaña contra los migrantes, el gobierno de Honduras parece no entender la magnitud de la amenaza.
En un insólito intento por minimizar las consecuencias, Wilson Paz, director del Instituto Nacional de Migración, aseguró que no habrá deportaciones masivas, argumentando que “siempre ha habido deportaciones”. Sin embargo, este tipo de declaraciones suena a pura evasión, pues la realidad es que más de 260,000 hondureños tienen órdenes de deportación y el gobierno parece no tener un plan claro para enfrentar esta crisis. En lugar de tomar acciones firmes, el gobierno de Xiomara Castro se limita a hablar de diálogo, mientras sus ciudadanos se enfrentan a un futuro incierto.
Tony García, vicecanciller de Honduras, intentó restar importancia a la situación diciendo que las deportaciones no serían inmediatas, pero es un alivio temporal que no hace más que aumentar la incertidumbre. Aún más preocupante es la amenaza de que Honduras podría ser presionada para convertirse en un “Tercer País Seguro”, obligándose a recibir a migrantes rechazados por Estados Unidos. Esta propuesta haría aún más insoportable la situación de millones de hondureños, mientras el gobierno se muestra paralizado ante el problema.
Peor aún, el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) ha tenido que salir a urgir al gobierno a implementar un plan de contingencia, mientras miles de hondureños que huyen de la violencia y la pobreza podrían regresar a una muerte segura si son deportados. Sin embargo, el gobierno de Castro parece más preocupado por sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos que por el bienestar de su propia gente.
En un giro que muestra su falta de liderazgo, la presidenta Xiomara Castro, quien previamente había mostrado un leve rechazo a las políticas de Trump, optó por suavizar su postura y felicitar al presidente estadounidense por su toma de posesión. “Confiamos en consolidar nuestra histórica asociación”, expresó en un mensaje en redes sociales, mientras millones de hondureños esperan que se tomen decisiones firmes y humanitarias que realmente los protejan. Mientras tanto, el gobierno de Honduras sigue jugando a la diplomacia, mientras miles de familias hondureñas se enfrentan a la posibilidad de ser enviadas de regreso a un país que no les ofrece ninguna esperanza de futuro.