El rompimiento con Taiwán y las falsas promesas del «gran mercado» chino dejaron pérdidas millonarias y miles de empleos en peligro.

Honduras .-. La industria camaronera hondureña atraviesa una de sus crisis más graves en décadas, con una caída del 78% en las exportaciones en solo dos años. Las pérdidas millonarias y el cierre de estanques han dejado a miles de trabajadores sin empleo, en un escenario devastador para este sector clave de la economía nacional.
En 2022, Honduras exportaba más de 94 millones de dólares en camarón, liderando la región con el mercado taiwanés como principal comprador. Sin embargo, en 2024 las exportaciones cayeron drásticamente a solo 20 millones de dólares, lo que ha provocado una crisis en la industria, con estanques abandonados y la pérdida de 3,000 empleos.
El cambio en la política exterior del país, que llevó al rompimiento de relaciones diplomáticas con Taiwán para alinearse con China Continental, ha sido señalado como uno de los principales factores de este colapso. A pesar de las promesas de un «gran mercado» en China, la realidad ha sido muy diferente, con solo dos contenedores de camarón comprados por el gigante asiático en todo el año.
A esta crisis se le suman los efectos devastadores de la tormenta Sara, que inundó los estanques de los pequeños y medianos productores, y las extremas temperaturas que destruyeron grandes cantidades de camarón. Además, el cierre temporal del mercado mexicano, tradicionalmente aliado de Honduras, ha dejado a los productores en una lucha desesperada por sobrevivir.
Las cifras del sector reflejan la magnitud del desastre: en 2022, las exportaciones alcanzaron los 94.3 millones de dólares, pero en 2024 apenas llegaron a 20.8 millones. La industria camaronera, que una vez fue un motor de la economía hondureña, se enfrenta a su peor momento. A pesar de los esfuerzos del gobierno, la realidad es clara: la apuesta por el mercado chino no ha dado los resultados esperados, y Honduras ha perdido a sus principales compradores. Mientras tanto, el pueblo paga las consecuencias de una política que ha priorizado la ideología sobre la estabilidad económica.