El presidente del Congreso, incapaz de liderar el proceso, arremete contra el Partido Liberal y el Nacional, mientras la aprobación del presupuesto sigue en el limbo y el país enfrenta una crisis económica y social.

Tegucigalpa, Francisco Morazan.-. La crisis política en el Congreso Nacional de Honduras alcanza un nuevo nivel de tensión y caos. Luis Redondo, presidente del Legislativo, suspendió la sesión programada para este lunes 23 de diciembre, citando la «supuesta manipulación e irresponsabilidad» del bipartidismo, al que acusó de obstaculizar el proceso de aprobación del Presupuesto General de la República. Sin embargo, la verdadera causa de este fracaso parece ser la incapacidad de Redondo para manejar los intereses encontrados y asegurar un consenso en un momento crítico para el país.
Redondo, visiblemente frustrado, dejó claro que las bancadas de los partidos Liberal y Nacional están usando tácticas de presión y chantaje para frenar la aprobación del presupuesto. Según el presidente del Congreso, estos partidos habrían amenazado a los diputados que apoyan el presupuesto con retirales su respaldo en las próximas elecciones, buscando que cambien su voto a favor de los intereses de las cúpulas tradicionales.
El líder del Congreso también denunció lo que consideró actos de extorsión, que según él, han estado siendo dirigidos contra los congresistas que se han mantenido firmes en su apoyo al presupuesto. «La manipulación de las filas del Congreso es evidente», exclamó Redondo, quien agregó que, incluso, algunos diputados han sido presionados con la promesa de «retirarles su apoyo en las planillas para cargos de elección popular».
Pero el show de acusaciones no terminó allí. Redondo se lanzó también contra quienes han criticado la gestión del Congreso y lo acusaron de comprar votos a cambio de dinero. Con indignación, el presidente del CN rechazó estas «falsas acusaciones», tildándolas de infundadas y pidiendo al Ministerio Público que investigue a los responsables de difundir estos rumores. Sin embargo, muchos se preguntan si no es precisamente la incapacidad de Redondo para liderar el Congreso lo que está detrás de esta ola de rumores y desconfianza.
En su discurso, Redondo también hizo hincapié en las consecuencias de no aprobar el presupuesto, advirtiendo que sectores cruciales como la salud, la educación y la seguridad se verían gravemente afectados. Según él, la falta de fondos pondría en peligro aumentos salariales para los maestros, el funcionamiento de los hospitales, y las transferencias a las municipalidades, entre otros aspectos fundamentales para el bienestar del pueblo hondureño. Sin embargo, la realidad es que, con cada día que pasa sin una solución, la incertidumbre crece y la presión sobre el gobierno y el Congreso se intensifica.
No contento con acusar al bipartidismo de ser el principal obstáculo, Redondo sacó a relucir un discurso lleno de resentimiento histórico. Denunció que, durante los 12 años y 7 meses de gobiernos bajo el bipartidismo, el país fue «saqueado» y «empobrecido» por la aprobación de exoneraciones fiscales y leyes que solo perjudicaron a los ciudadanos. De acuerdo con él, los líderes del Partido Liberal y el Partido Nacional son los culpables de una deuda pública que ha ahogado a la nación, y ahora intentan sabotear el esfuerzo por reconstruir el país.
Lo que no dejó claro es cómo pretende solucionar estos problemas sin un liderazgo claro dentro del Congreso. Su incapacidad para gestionar el proceso y el hecho de que la sesión fuera cancelada debido a la falta de consenso, no hace más que poner en evidencia la falta de dirección que su presidencia está mostrando. En vez de mediar, de convocar al diálogo y de buscar soluciones pragmáticas, Redondo se refugia en un discurso incendiario, atacando a todos los sectores y negándose a ceder ante las presiones de quienes, en su opinión, han «sometido al país a un boicot».
Con la cancelación de la sesión y la advertencia de que no cederá a «la extorsión», Redondo parece estar más interesado en posicionarse en un juego político de poder que en cumplir su responsabilidad de garantizar que los recursos para el pueblo sean aprobados. Al final, lo que queda claro es que el presidente del Congreso Nacional no está demostrando ser el líder necesario para navegar en un contexto tan complejo como el actual. Su falta de habilidad para tejer acuerdos y su incapacidad para controlar las dinámicas internas del Legislativo sólo prolongan la crisis que afecta a Honduras.
El país sigue esperando una resolución, mientras los intereses de las élites políticas y la falta de unidad en el Congreso están dejando a la población en la cuerda floja.